Un regalo para Evita: la colección de trajes regionales de España

Victoria Sosa Corrales
5 min readMay 10, 2021

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En junio de 1947, una joven de cabello color miel y reflejos cobrizos, portadora de una tez nacarada elogiada más de una vez, con apenas 28 años y rodeada de una importante comitiva, se sube a un avión en el aeropuerto de Morón con destino a España, primera parada de una gira europea emblemática de la que la joven volverá transformada física y espiritualmente. Tiene una misión diplomática y será recibida, sobre todo en España, con los máximos honores, como nunca antes se había recibido a la mujer de un presidente. Se trata de María Eva Duarte de Perón o, simplemente, Evita.

España, bajo la dictadura de Francisco Franco, se encuentra en un contexto de aislamiento internacional y pobreza. Esto no impide que Eva sea recibida como una verdadera reina. Primero, la condecoran con la Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica, la más importante distinción entregada por este país. A esto le siguen numerosos agasajos, por ejemplo, la invitación a una función especial de Fuenteovejuna. Pero el más importante de todos tiene lugar la noche del martes 10 de junio en la Plaza Mayor, que transformada en una especie de teatro, es el escenario de una fiesta popular en la que desfilan representantes de las cincuenta provincias españolas y le obsequian, por cada provincia, un traje típico regional especialmente confeccionado, teniendo en cuenta las medidas de la muchacha nacida en Los Toldos. Vale la pena detenerse en los detalles de estos obsequios para entender el grado de esfuerzo depositado en su confección y armado y la importancia que se le otorgaba a la homenajeada. Cada traje tiene una cesta de mimbre para su guardado. Estos canastos tenían una forma similar a la de una guitarra, buscando emular la silueta femenina. Además, los vestidos incluían: zapatos, sombreros, ropa interior y un cofre de madera con las joyas y accesorios correspondientes.

Más allá del magnetismo personal de Eva Perón, esta plétora de atenciones tenía, por supuesto, motivaciones políticas: la visita de la primera dama argentina era una oportunidad, si no única, muy importante para que la “Nueva España” de Franco, la “España Eterna”, se proyectara al exterior. Los coros y danzas de la Sección Femenina de la Falange podrían servir, en su visibilización, como embajadores culturales del franquismo. Esos cuerpos femeninos en movimiento podían ser una alegoría de la nación del mismo modo que el cuerpo de Eva sería el de la Argentina.

El régimen sabía que el Nuevo Estado no se sostendría sin la creación de una verdadera unidad, una hegemonía en la que el común denominador fuera la hispanidad. Se buscaba el puro españolismo en un país cuya realidad aparecía bastante más fragmentada. Había que prevenir el resurgimiento de regionalismos y de tensiones internas. Para esto, el folclore, entendido como un conjunto de tradiciones, creencias, usos y costumbres compartidas por un grupo, sería fundamental. Especialmente la música, la danza y los trajes regionales. ¿Por qué? Porque las diferencias internas mencionadas antes se licuarían (o se intentarían licuar) en ese conjunto folclórico. Para eso era necesario (re) inventar la tradición. La Sección Femenina de la Falange era la organización que tenía a cargo, entre otras cosas, la tarea de bucear en la historia para lograrlo.

En su trabajo “Folclore, tipismo y política”, Ortiz señala que la reconstrucción de la tradición en lo que respecta a los trajes regionales por parte de la Sección Femenina fue realizada con escasa preparación y rigor. En ocasiones los datos acerca de cómo eran originalmente estos trajes fueron recabados de forma poco prolija y sistematizada, mediados por instituciones que recogían información en los pueblos. Así, el resultado fue una recopilación selectiva de trajes típicos locales que, como en un teléfono descompuesto, fueron sufriendo deformaciones y mixtificaciones. En resumen: muchos de los trajes que se conocen como típicos regionales españoles no son 100% representativos de los trajes originales históricos, sino más bien hibridaciones.

Los cincuenta trajes obsequiados a Evita componen una colección única en el mundo y, además, una fuente documental importantísima, si se considera que prácticamente no ha quedado otro registro de la colección completa de los trajes regionales usados por los Coros y Danzas de la Sección Femenina, en parte por su abrupta disolución. Además, evidencian los usos del pasado, de la tradición y su resignificación en el tiempo presente. Se trata de asimilar un objeto de moda, como puede ser un traje, como un objeto político. De pronto, la moda no parece tanto una frivolidad, ¿verdad?

Vale preguntarse también por el largo y accidentado derrotero del famoso regalo para Evita. ¿Qué nos dicen estos trajes en cada época? ¿Qué significación adquieren? En 1947, al regreso de la gira europea de Eva, la colección fue expuesta en el Museo de Arte Decorativo para luego regresar a su residencia en el Palacio Unzué. Ocho años después, ese mismo palacio era demolido por la autodenominada Revolución Libertadora, cuya Comisión Liquidadora envió los trajes al Banco Municipal. Allí sobrevivieron a los intentos de destrucción y las subastas de ocasión, hasta que Onganía, el dictador de otra autodenominada revolución, esta vez “Argentina”, transfirió en secreto la colección al Museo Enrique Larreta bajo la condición de que los trajes jamás fueran expuestos. Una vez más, quedaban sepultados en un sótano, como se intentaba desde hacía más de una década, sepultar al peronismo. En 1973, con el regreso de Perón, los trajes vuelven a ver la luz por un período muy breve: tres años después empezaba la última dictadura militar, la más sangrienta y destructiva. La colección permaneció oculta hasta 1985. A partir de entonces, se realizaron varias exposiciones, la última, en 2019, en el Museo Enrique Larreta y se llamó Un regalo para Evita. Los trajes son realmente preciosos y se encuentran en muy buen estado. La exposición también contaba con material de video. En junio de ese año electoral fui al museo a ver la colección y me puse los auriculares para oír uno de los discursos de Evita en España. Alguien había intervenido el audio y, en un momento de la grabación, se podía escuchar la voz de Cristina Kirchner. No sé ahora qué decía, algún tipo de arenga seguramente, pero para mí fue una señal -o un recordatorio- de que no estaba todo perdido y cualquier cosa podía suceder.

Bibliografía

Camarasa, Jorge (1998) La Enviada. El viaje de Eva Perón a Europa. Planeta.

Ortiz, Carmen (2012) Folclore, tipismo y política, los trajes regionales de la Sección Femenina de la Falange, en Gazeta de Antropología. http://digital.csic.es/bitstream/10261/65416/1/Folclore,%20tipismo%20y%20pol%C3%ADtica_2012.pdf

Navarro, Marysa (1976) Evita. Corregidor.

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